Somos nostalgia

Iñaki llegó a mi vida -para quedarse- de la mano de mi hermano Miguel. Juntos hemos compartido varias aventuras, incluso un Récord Guinness del que un día os hablaré (o no, mejor no). Es otro enamorado de la arqueología industrial, de los cachivaches antiguos y de rescatar de almacenes y contenedores todo tipo de artilugios. Hace unas semanas lanzó Andaquechuloes (podéis seguirlo en Instagram), un espacio desde el que ofrece sus tesoros para adornar escaparates o ambientar fiestas. Vehículos históricos, cabinas de ascensor y hasta una silla de remonte recuperada del mundo de las nieves son algunas de sus muchas propuestas. En la antesala del confinamiento aparcó su BMW Isetta en el escaparate de César, la tienda de moda situada en la calle San Ignacio de Loyola, en Zaragoza. ¡Sí, funciona!

En uno de sus paseos por Zaragoza, mi amigo Iñaki redescubre viejos rótulos, muchos todavía en uso. El de la Autoescuela El Pilar, en la calle Escosura, me ha encantado por su aparente simpleza y su colorido. ¡Lo querría en mi colección!

Otra de esas fachadas que el Eixample ha salvado de modas y vendavales presuntamente molones, y que luego resultan ser flor de un día: el antiguo horno de panadería La Concepción. El local (que ocupa los bajos de un edificio levantado en 1862) se ha reconvertido en otro negocio pero merece la pena una visita. La web del ayuntamiento barcelonés ofrece estos apuntes: En el Forn de la Concepció ya no se hace ni se vende pan, pero la tienda modernista conserva muchos de los detalles originales. El escaparate mantiene los revestimientos de madera y los ornamentos propios del estilo modernista: formas curvadas y motivos vegetales, que enmarcan paneles de cristal pintados con paisajes castellanos. En el interior, se conservan las baldosas y el mostrador de madera original. Muchos han querido ver en la existencia del horno modernista de la Concepció una prueba de que el modernismo fue un movimiento transversal, no únicamente reservado a la burguesía, que impregnó la vida cotidiana d...

Uno de esos rótulos que me enamoran en mis paseos por la vieja Barcelona (cuando podíamos salir a pasear y a perdernos). Preside un viejo colmado donde poder comprar un vino con el que maridar un arroz o adquirir un caprichito de gourmet.

Para sobrevivir al aislamiento provocado por el Coronavirus, una pila de libros, canales de películas, periódicos (en papel, como todo viejoven que se precie) y al caer la noche, un güisquito: os presento la última incorporación a mi museo kitsch. Una botella de este licor destilado con motivo del enlace del Príncipe Andrés y Sarah Ferguson en una botella modelada en porcelana.

Me declaro rotundamente enamorado de este rótulo: sobrevive, como un fósil prehistórico, en uno de los lugares míticos para tantos y tantos zaragozanos: el Centro Comercial Independencia. Un rótulo de aquellos años llenos de sueños, cuando aún éramos jóvenes, incluso niños.